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lunes, 21 de noviembre de 2011

Se cumplen 120 años del nacimiento del músico y folclorista segoviano Agapito Marazuela

Profeta en su tierra, pero no en su tiempo, Agapito Marazuela no paró de tocar la dulzaina hasta que perdió la última pieza de su dentadura con cerca de 90 años. Vivió casi toda su vida en la miseria económica, pero no cultural. Durante casi toda su trayectoria convivió con algunas facultades físicas mermadas, como la vista primero y el oído después. Pero su capacidad intelectual y su tesón le llevaron a consagrarse como uno de los grandes músicos españoles, y sobre cuyo trabajo descansan las tradiciones y el folclore castellano actuales.

Agapito Marazuela nació en Valverde de Majano (Segovia) el 20 de noviembre de 1891 en una humilde familia y murió en Segovia el 24 de febrero de 1983 con pocos recursos más. Muy joven comenzó a recorrer con su padre las tierras de Segovia y de la entonces Castilla la Vieja, recopilando material musical que ya por aquel entonces corría serio peligro de desaparición. A los trece años comenzó a recibir lecciones de dulzaina de Ángel Velasco, dulzainero de Renedo (Valladolid), que había hecho una gran revolución del instrumento al acoplarle un sistema armónico de llaves metálicas que potenciaba los registros y la capacidad musical y expresiva.

En 1920 se trasladó a Madrid, donde se dedicó al estudio de la guitarra española, logrando ser un gran concertista con sus triunfos en las mejores salas de música de España y en París. En la capital gala fue el encargado de coordinar a los grupos folclóricos en el pabellón español en la Exposición Mundial de París, de 1937. Pero su carrera guitarrística se vio truncada por la Guerra Civil Española.

Premios breves

Antes de la contienda, en 1932 ganó el primer Premio Nacional de Folklore que había sido convocado por el Ministerio de Instrucción Pública con su «Cancionero de Castilla la Vieja». Pero su trabajo no fue publicado hasta 1964, bajo el título de «Cancionero segoviano» con el patrocinio de la Jefatura Provincial del Movimiento. Se trata de la base del folclore tradicional actual.

La militancia comunista de Marazuela le llevó a conocer también el interior en las cárceles franquistas. «Al acabar la Guerra estuve preso 20 meses primero, y luego en el 46 en una redada me volvieron a detener y pasé otros 50 meses preso», recordaba en una entrevista. Pasó por las cárceles de Madrid, Burgos, Ocaña y Vitoria. Gracias a la influencia de un pariente lejano, pero próximo en los geofísico, pudo exiliarse a Francia, de donde regresó a Segovia en 1952. «No volví a tener problemas porque respeto a los demás. Es una de mis cualidades. Tengo amigos de todas las tendencias y a todos los respeto y todos me respetan a mí», aseguraba agradecido.





En 1969 la discográfica Columbia editó un disco titulado «Folklore castellano». Agapito Marazuela se sintió engañado después porque percibió 3.400 pesetas por todo su trabajo y el conjunto del material que él guardaba. Ya no volvió a grabar hasta 1976, que bajo la iniciativa del también músico segoviano Ismael Peña, participó en el disco colectivo «Segovia viva», dedicado al propio Agapito.

Su memoria sigue viva con la Ronda Segovia, agrupación que organiza el Premio Internacional de Folclore.

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