Luis Cobiella
El Obispo de Canarias don Diego de Deza y Tello ordenó el 19 de agosto de 1558 que en la fiesta de Corpus se iniciara la piadosa costumbre de hacer un teatro en la misma puerta de la iglesia de El Salvador donde se entronizara al Santísimo Sacramento y allí se llevase a cabo dignamente las representaciones, danzas y regocijos en su honor.
Es precisamente en estos importantes actos donde surgen unos “Xigantes” en el siglo XVII, sufragados por el antiguo Cabildo de la Isla (hoy Ayuntamiento capitalino). Junto con esos mascarones gigantes también actuaban “cabezudos y enanos” como se hacía tradicionalmente en algunos pueblos y ciudades peninsulares. Así, por el Siglo de las Luces, aparecieron en las entrañables fiestas palmeras unas figuras regordetas y fachosas que satirizaban a la gente del común y a las personalidades de la época, a las altas instituciones, etc., todo ello envuelto en el más socarrón y exquisito buen humor.
El desaparecido historiador palmero Fernández García nos informaba de que “los enanos quedaron como una singularidad en la fiesta lustral de La Palma, a diferencia de los que se llevaban a cabo en la Península, puesto que nuestra danza y las figuras reúnen unas características especiales”. Así mismo, los festejos se completaban con unas espectaculares loas marianas y carros alegóricos y triunfales en honor a Nuestra Señora la Virgen de Las Nieves, Patrona de La Palma y de los Palmeros. Existe un antiguo manuscrito de1744 en el que dice ser el “Primer auto mariano”.
Llegaron las reales órdenes prohibiendo las danzas y los gigantes en las sacras procesiones en tiempos del rey Carlos III (1780). Previamente el Obispo de Canarias don Fernando Suárez de Figueroa había censurado este tipo de actos en las iglesias palmeras a finales del siglo XVI, pero nunca dejaron de representarse en los festejos, aunque haciéndolo en las plazoletas y lugares públicos.
El simpático y entrañable mascarón, tradicional en las fiestas castellanas de Corpus que pasaría a Valencia y a otros lugares, había suscitado el interés y curiosidad en las cortes y círculos culturales europeos desde el inicio de la civilización occidental y que “en 1833, veinte años después de la muerte de Viera y Clavijo, iba a iniciar por sí mismo, gracias a la fe y a la creatividad de los palmeros, una nueva singladura histórica en la capital de La Palma”.
Cada pueblo construye sus propias señas de identidad y estas quedan ancladas en no se sabe que lugar de la mente, lo que si se sabe es que forman parte del ser de muchos individuos y de por vida. Así somos los humanos. No importa que el origen haya sido un cachondeito, casi un juego de niños, como es el caso de los enanos y que incluso en algún momento fueron prohibidos por el obispo de turno por considerarlos poco serios para representarlos junto a la iglesia del Salvador.
En La Palma, el coctel Bajada de La Virgen, con barco propio - el Barco de la Virgen- que es una copia de la nao de Colon y que en lugar de LA SANTA MARIA solo se llama MARIA; los enanos, con gorro napoleónico y que según Luis Cobiella ya se puede hablar de una "teoría de la enaneidad" dada la magnitud del fenómeno; el Minué afrancesado y el Carro, que es la representación de los auténticos carromatos que iban por los pueblos peninsulares de la época a representar sus martingalas, es un coctel como decia, que se impregna en el alma de los palmeros para siempre. Se dice que el tiempo en La Palma se mide por lustros, como "Las Bajadas".
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